martes, agosto 21, 2012

El imperativo categórico

En nuestra sociedad se han puesto de moda personajes que pueden quebrar ciertas reglas para conseguir su fin último. Es permitido poner en riesgo la persona humana para difundir mis ideas, para proteger lo que yo creo. Esto es llevar a las "últimas consecuencias" pasando por encima de las leyes y las reglas morales, con tal de conseguir el "bien último" de mis ideales.

Suena muy loable y hasta heróico, pero no podemos romper reglas para conseguir el fin. Dicho de otra forma más conocida: El fin no justifica los medios.

Es bien conocido en los tratados de ética que el bien siempre debe ser deseado y se debe procurar. Uno debe actuar siempre con buena voluntad. El problema es que lo que puede ser buena voluntad para mi, puede ser "mala voluntad" para otras personas o en otras sociedades.

Entonces, cómo saber que es buena voluntad para todos? La buena voluntad no es buena por lo que efectúe o realice, o por su adecuación al fin al que se oriente. La buena voluntad es buena por el querer, es decir, es buena en sí misma.

Hasta este punto, logramos notar que esto nos llevaría a un relativismo ético, porque lo que yo quiero no puede ser lo mismo que otros quieran, porque cada uno quiere cosas distintas. Podríamos llegar a la conclusión de que solamente teniendo buena voluntad y querer lo bueno es suficiente para justificar mis actos. Puedo difundir comunicaciones privadas en "honor a la verdad"; puedo poner en riesgo vidas humanas, para proteger la naturaleza; puedo publicar "la verdad" para desprestigiar a los demás. Pero dejando de lado un aspecto muy importante de la ética: el deber.

Ciertamente, la buena voluntad o el querer no siempre puede manifestarse por sí sola, porque quedaría supeditada a mi voluntad, la cual no es un absoluto para ser tomado como referencia. Acá es donde entra en juego el deber. Cuando mi querer y mis sentimientos entran en conflicto con la buena voluntad, entonces el deber es que que dicta a la conciencia qué hacer para alcanzar el bien.

Esto implica que nuestro querer y nuestro deber tienen que ir de la mano, para alcanzar una buena voluntad. Uno de nuestros deberes como ser humano en sociedad es precisamente cumplir y respetar las leyes que la sociedad ha puesto. Aunque no las quiera, las debo de respetar.

Uno debe actuar de manera tal, que sus acciones se puedan convertir en una máxima universal. Es el imperativo categorico de Kant, para su razón práctica.

Dentro de estos imperativos categóricos, que ya han sido aceptados por la ética, están el expuesto anteriormente: "El fin no justifica los medios". También ha sido aceptado desde Aristóteles: "No es lícito hacer el mal, aunque sea para conseguir un bien superior". Basta que una sola de las causas sea mala, para que toda la acción sea mala, aunque tenga buena voluntad.

Veamos esto en ejemplos prácticos.

Paul Watson. Muy loable su causa de defender a la naturaleza. Lo que no está bien es arriesgar vidas humanas por sus ideales. No esta bien intentar hundir o quemar navios pesqueros, aun cuando su intención y su causa sea buena.

Julian Assange: Sus intenciones de que la verdad sea descubierta son bastante loables. La verdad debe ser conocida y eso es un bien superior. Lo malo es que no se debe intervenir en comunicaciones privadas o en el robo de información para defender su ideal de que la verdad sea conocida. Aqui se quebrantó la ley. No siempre hay que difundir la verdad a toda costa y por los medios que sea.

Como vemos, hasta las más nobles causas tienen sus límites, y no siempre el "bien superior" debe ser alcanzado, suponiendo quebrantar las leyes que tenemos al vivir en sociedad.

(Esto no supone, la muy bien justificada "desobediencia civil" de Gandhi, donde él expone claramente que no debemos cumplir leyes que son claramente injustas)