lunes, junio 27, 2011

El dogma

Desde que el hombre ha tenido conciencia, su espíritu interior no puede soportar el relativismo frágil de la vida humana. No puede sentir que todo es pasajero y efímero. Pero la verdad es esa: toda verdad cambia, ninguna permanece. Es entonces, cuando en lo más oscuro de su atormentada alma, que descubrió el dogma.

Sintió que las verdades irrefutables e incuestionables le daban un sentido de seguridad. Y se levantó victorioso cantando verdades que deberían de ser incuestionables. Al principio confundió los dogmas con las leyes de la naturaleza y en esa mezcla de cosas inexplicables metió a los dioses en su juego poniéndolos a su servicio para explicar cosas como la lluvia, el sol, las mareas, los eclipses y muchas otras cosas de las que no tenía una explicación racional.

Poco a poco, sus dogmas fueron cayéndo, uno a uno... y supo que el sol no era mas que una diminuta estrella confinada en una galaxia insisgnificante de un espacio sideral inmenso. La lluvia no estaba bajo el control de los dioses, sino que era un vapor de agua condensado en el aire. Entonces ante tal relativismo confinó el dogma a los temas religiosos. De esta manera, el dogma proclama las virginidades de las madres de los dioses, proclama la ascensión a los cielos de sus profetas. Y los protectores de estos dogmas buscan las más rebuscadas definiciones y silogismos para poder justificarlos.

Y quien se atreva a cuestionar el dogma, simplemente cae en el epíteto de hereje, y si viviera en otra época sería puesto en una pira de madera y encendido ante el aplauso de los dogmatizados, que ven en ellos una defensa de sus verdades absolutas, pero no absolutorias.

Asi, el dogma se convirtió en un fin es sí mismo, y olvidó que salió de la persona humana, que fue la persona quien lo creó, y asumiendo categoría de dios, se convirtió en libro, alegando que viene directamente de la boca de los dioses.

Y dicho dogma no debe ser cuestionado. Nunca. De esta forma, lo que es materia de fe y costumbres pasa por el tamiz de la dogmática, quien con su regla, mide que tan hereje es el que intenta hacer algo por el bien la humanidad. De esta forma, lo que el dogma dicta es lo que debe hacerse, sin cuestionamientos, sin mirar si el dogma está correcto o no. Al convertirse en absoluto, sometió a la naturaleza humana bajo sus pies, y debe arrodillarse silenciosa.