Ayer vi con asombro como Radio Reloj publicaba que la Sala IV le ordenaba a la presidenta de la República no firmar la ley antitabaco. Y ella acepta no firmarla bajo protesta.
Además la presidenta dice que "Es hora de que los poderes del país coordinen para que los ciudadanos no se sientan confundidos".
Precisamente eso es lo que me está pasando a mi. En las lecciones de cívica básica, la división de poderes fue una larga batalla de la humanidad, precisamente para evitar los abusos de los poderes absolutos.
En este momento, los mensajes que se envian por parte de la Sala IV es que ellos tienen el poder absoluto en este país. Se pone un salacuartazo y se decide un partido de futbol. Se pone un salacuartazo y se bajan las cámaras para reducir la velocidad. Se pone un salacuartazo y los conductores alcoholizados se salvan de una multa "desproporcionada".
Mi primera señal de pánico fue cuando la Sala IV ordenó al Tribunal Supermo de Elecciones esperar quitarle las credenciales a un alcalde, después de un plebiscito donde el pueblo votó para destituirlo. El TSE, de forma congruente a su mandato, hizo caso omiso y retiró las credenciales. Pero es alarmante saber que la Sala IV está por encima de una votación popular. Disculpen mi ignorancia, pero creo que la Sala IV nunca debería estar por encima de las votaciones populares. Eso es muy peligroso.
Y ahora, se pasa de la raya de nuevo, diciéndole a la presidencia del Poder Ejecutivo qué firmar y qué no. Es decir, el mensaje es que el Poder Judicial puede intervenir en el Ejecutivo para eliminar leyes que salieron del Poder Legislativo. Y la presidenta, accede a no firmar. Yo creo que la presidenta debió haber dicho que -con todo respeto-, ella es la que manda en el Poder Ejecutivo, firmado y ejecutado la ley antitabaco. Mi punto no es la ley antitabaco, mi punto es cualquier ley de la República.
A mi humilde entender eso pone a la Sala IV por encima de los 3 poderes de la República, incluso de las mismas votaciones populares.
La Sala IV es como una sucursal del Olimpo, donde los magistrados, descendientes directos de los dioses, deciden qué es bueno y qué es malo para los mortales.